Menudo título que nos sale esta vez... pero la verdad es que no es para menos. Hoy podemos escribir líneas que nos brotan de haber conocido personas nuevas vinculadas a La Salle. Tras la cena de ayer y el descanso de la noche hemos podido conocer a una de las familias que se han vinculado más a la primera Escuela San Miguel de Chicago. Coqui nos espera en su casa junto con sus hijos Juan y Sochi y un estupendo desayuno mexicano. Pero sabiendo el tiempo que les ha llevado su preparación nos impresiona aún más su testimonio de entrega a las escuelas y a quienes más lo necesitan. Nos hablan del progreso de quienes se han quedado atrás en sus estudios y retoman la ilusión, de la dedicación a implicar a las familias en la educación de los hijos, de la educación en la fe, de los peligros de vivir en los barrios donde conviven las maras... y Sochi nos recuerda en medio de lágrimas de emoción que "puedo lograr aquello que quiera", una de las frases de los educadores de la escuela que lleva grabada en lo profundo del corazón.
Después podemos hablar tranquilamente con Cindy, una de las impulsoras de la primera escuela San Miguel de Chicago. Pertenece al Movimiento de Laicos Franciscanos y dedica gran parte de su tiempo a las personas sin hogar. Su historia de compromiso con quienes más lo necesitan nos conmueve. En los comienzos descubrieron la importancia de la educación en los barrios en los que trabajaban y se implicaron en este proyecto. Qué alegría ver los ojos emocionados de quien se reencuentra con quien ha sido importante en su trayectoria... y qué suerte ser testigos de ello.
En la tarde recorremos Chicago en un breve paseo en coche, conseguimos comunicarnos con el resto de personas de la comunidad y con nuestras familias en España. Acabamos el día y el año cenando con el Hno. James Zulo y Donald con otra estupenda cena. Compartimos las uvas (tradición que ellos desconocían) y las alegrías de sabernos unidos por una misma fe... y llegamos a nuestros lugares de residencia con cansancios compartidos. Pero el cansancio no puede con la alegría por lo que nos encontramos viviendo.
Pero si tenemos que hablar de una experiencia lo haríamos con una palabra: "cuidado". ¡Cómo cuidó Jesús a sus discípulos incluso cuando no le entendían o cuando se comportaban como incrédulos!. Nosotros no tenemos palabras para explicar el profundo cuidado que percibimos en lo profundo de lo que acontece a nuestro alrededor. Los que aquí nos encontramos nos sentimos verdaderamente cuidados. No nos falta nada... nada de nada. Y cuánto cuidado y preocupación vemos brotar de los corazones para quienes más lo necesitan.
"Asimismo el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza pues nosotros no sabemos orar como es debido y es el mismo Espíritu el que intercede por nosotros con gemidos inefables. Por su parte Dios, que examina los corazones, conoce el sentir de ese Espíritu, que intercede por los creyentes según su voluntad. Sabemos además que todo contribuye al bien de los que aman a Dios, de los que Él ha llamado según sus designios" (Rm 8, 26-28)
Gracias Señor por cuanto nos cuidas. En nuestro paso a la otra orilla te sentimos en la barca y junto a nosotros. Puede haber tempestad, puede haber calma... podemos desconocer cómo se va a comportar el mar o los vientos pero Tú estas con nosotros. Gracias... Tú estás.
Después podemos hablar tranquilamente con Cindy, una de las impulsoras de la primera escuela San Miguel de Chicago. Pertenece al Movimiento de Laicos Franciscanos y dedica gran parte de su tiempo a las personas sin hogar. Su historia de compromiso con quienes más lo necesitan nos conmueve. En los comienzos descubrieron la importancia de la educación en los barrios en los que trabajaban y se implicaron en este proyecto. Qué alegría ver los ojos emocionados de quien se reencuentra con quien ha sido importante en su trayectoria... y qué suerte ser testigos de ello.
En la tarde recorremos Chicago en un breve paseo en coche, conseguimos comunicarnos con el resto de personas de la comunidad y con nuestras familias en España. Acabamos el día y el año cenando con el Hno. James Zulo y Donald con otra estupenda cena. Compartimos las uvas (tradición que ellos desconocían) y las alegrías de sabernos unidos por una misma fe... y llegamos a nuestros lugares de residencia con cansancios compartidos. Pero el cansancio no puede con la alegría por lo que nos encontramos viviendo.
Pero si tenemos que hablar de una experiencia lo haríamos con una palabra: "cuidado". ¡Cómo cuidó Jesús a sus discípulos incluso cuando no le entendían o cuando se comportaban como incrédulos!. Nosotros no tenemos palabras para explicar el profundo cuidado que percibimos en lo profundo de lo que acontece a nuestro alrededor. Los que aquí nos encontramos nos sentimos verdaderamente cuidados. No nos falta nada... nada de nada. Y cuánto cuidado y preocupación vemos brotar de los corazones para quienes más lo necesitan.
"Asimismo el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza pues nosotros no sabemos orar como es debido y es el mismo Espíritu el que intercede por nosotros con gemidos inefables. Por su parte Dios, que examina los corazones, conoce el sentir de ese Espíritu, que intercede por los creyentes según su voluntad. Sabemos además que todo contribuye al bien de los que aman a Dios, de los que Él ha llamado según sus designios" (Rm 8, 26-28)
Gracias Señor por cuanto nos cuidas. En nuestro paso a la otra orilla te sentimos en la barca y junto a nosotros. Puede haber tempestad, puede haber calma... podemos desconocer cómo se va a comportar el mar o los vientos pero Tú estas con nosotros. Gracias... Tú estás.
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