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lunes, 4 de enero de 2010

Celebramos la Epifanía del Señor - Crónica 5 de la Visita a las Escuelas San Miguel (Chicago)

Comenzábamos esta mañana nuestra jornada con algo de desconcierto al entrar a una iglesia en uno de los barrios del sur de Chicago. La población de la zona era de origen africano en su mayoría. El desconcierto se veía alentado aún más por lo que veíamos al entrar: un piano, unas congas, una batería, un armonio, un coro de mujeres (todas con un atuendo verde), una pila bautismal de seis metros de diámetro... Todo era colorido y calidez. Celebrábamos hoy aquí la Epifanía del Señor... algo que nos ha iluminado el sacerdote de la parroquia.

Nos decía esta mañana que una cosa es que algo suceda y otra que estemos preparados para lo que lo que suceda implica. Está claro: una cosa es el suceso y otra caer en la cuenta de sus consecuencias. El pasado día 25 celebrábamos que Dios ponía su tienda entre nosotros. El suceso está claro: Dios decide hacerse hombre como uno más. Pero... y eso a nosotros ¿qué?.

Celebrar la Epifanía es celebrar que estamos preparados para esa venida, que estamos dispuestos a salir a su encuentro... que como pastores decidimos abandonar el rebaño para seguir la estrella porque el mensaje recibido nos ha cautivado. Supone caer en la cuenta de lo que ha hecho Dios en medio de nosotros y decirle que sí, que queremos acercarnos y asentir. Es el segundo paso de un mismo movimiento: el de ser plenamente consciente, tomar la vida en las manos y decidir que sí. Y eso lo hemos celebrado hoy aquí.

Hemos tenido la suerte de ser testigos de lo que se celebra en medio de una de las más fuertes marginalidades de Chicago: hemos visto que se llega con la vida y se vuelve a la vida con ella preñada y plenificada. Hemos sido testigos de la bienvenida que se da a los desconocidos, hemos bendecido a quienes abandonan la comunidad para volver a los estudios, hemos cantado recordando el compromiso social y la implicación personal para hacer un mundo "más de Dios".,. y nos traemos caras, sonrisas, detalles...

Por la tarde hemos conocido la Comunidad de El Arca (os remitimos al libro de La Comunidad de Jean Vanier) y el Centro de Justicia y Paz que tienen los hermanos aquí, en Chicago. En este curioso centro jóvenes de centros La Salle o de otros centros vienen a pasar una o más jornadas dejándose interpelar por la realidad: conocen en sus carnes la realidad del barrio que lo rodea, la de la deportación, la de la marginación... Y como colofón hemos asistido con el hermano Bid a uno de los muchos comedores sociales de la ciudad para poder acompañar y servir a los que peor lo pasan. Más nombres y más rostros.

Y, afuera, de nuevo la nieve y el intenso frío... y volvemos a ver caer los copos de nieve.

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