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jueves, 7 de enero de 2010

Y finalizamos nuestras crónicas de de la Visita a las Escuelas San Miguel como empezaron: con una vela entre los reunidos. La vela nos recuerda la Presencia escondida y que necesita ser desvelada. La vela en el medio vino a nuestras reuniones comunitarias gracias al Hermano Ed en su visita a nuestra comunidad hace ya casi un año. Recordamos que ese día fue el comienzo de poner en común inquietudes y anhelos.

Hoy hemos podido visitar una casa de retiros situada a una hora y media de Chicago. En ella vive una comunidad integrada por dos matrimonios y otros tantos voluntarios. El lugar nos ha dejado boquiabiertos y lo hemos llegado a comparar con la casa de la montaña que aparece en la película de El Guardaespaldas. Un bosque totalmente nevado, un lago helado, una casa de ejercicios totalmente integrada en su entorno... Un lugar estupendo que aprovechan los centros del Distrito y otras tantas parroquias para sus convivencias y retiros. ¡Un lugar privilegiado para el encuentro con Dios en medio de la naturaleza! (http://www.lasallemanor.org)

Y hemos acabado el día reuniéndonos con dos matrimonios en una de sus casas. Son algo más que colaboradores con las escuelas. Sus aportaciones han sido tan considerables que Ed dice de ellos que son "ángeles enviados por Dios para velar por las escuelas". Nos han invitado a cenar a su casa como si de amigos se tratara y hemos acabado compartiendo en torno a una mesa y, fortuitamente, a una vela qué les ha motivado a realizar aportaciones tan sustanciales a las Escuelas San Miguel de Chicago.

Nos quedamos con un par de expresiones: "Somos afortunados de poder colaborar con esto. Cuando pensé que podía hacer por la gente de esta ciudad y vi a esos niños en la calle pensé en que esos chicos no estarían ahí si vivieran conmigo". "Algo nuevo está naciendo. Lo que era hasta ahora ya no vale. Sólo hay que fijarse un poquito para darse cuenta de ello".

La verdad... lo hemos disfrutado y nos hemos saltado, de nuevo, las barreras del idioma y de la cultura. ¡Gracias Señor por la vida!

miércoles, 6 de enero de 2010

Hoy titulamos nuestra crónica por las Escuelas de San Miguel con esas palabras de Monseñor Romero. Y así es... nos ha llegado al corazón la expresión de una de las voluntarias de las escuelas que nos decía "Cuando al día siguiente se sabe que el silencio se debe a que el día pasado balearon por la cuadra... nosotros sentimos que balearon por nuestro barrio". La expresión "balear" hace referencia a los tiroteos que se suceden en algunas esquinas de las calles de los barrios en las semanas más conflictivas del año.

Hoy ha sido, de nuevo, día de escuela. A primera hora de la mañana hemos asistido a la escuela San Miguel de "Back of the Yards" para conocer en primera persona la realidad. Nos hemos encontrado un alumnado de habla hispana en su mayoría muy motivado con el trabajo y estudio. Hemos asistido a las clases de lengua, de matemáticas, de sociales, de religión... Nos hemos reunido con la dirección del centro y con Mike. Éste último nos ha preparado un momento de reunión con las madres de varios de los chicos de la escuela. La conclusión es clara: La Escuela es un Centro de Impacto (Palabras de John Johnston, antiguo superior general de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Las mamás se han logrado organizar para su "superación personal" (palabras textuales). ¡Cuánta buena noticia ha acontecido en este barrio gracias al Evangelio!.

Por la tarde hemos dado una pequeña vuelta por Chicago para realizar alguna compra. Nuestras familias asistirán con los hijos y sobrinos a la Cabalgata de Reyes (algo totalmente desconocido por aquí)... les tenemos presentes con nuestro recuerdo.

Y por la noche hemos podido cenar con un pequeño grupo de "Lasalian Volunteers" procedentes de distintos lugares de los EEUU. En la casa frente a la Escuela San Miguel de Back of the Yards viven dos hermanos de La Salle (Edmond y Alfred) junto con ellos que colaboran desinteresadamente en el funcionamiento de las Escuelas. Hemos podido "platicar" acerca de lo que nos mueve a estar comprometidos y a acercarnos a esta realidad.

Y todo gracias a la convocatoria para una cena que nos ha hecho el hermano Edmond. Edmond tiene 75 años, un necesario bastón para caminar y una seria dificultad para mantenerse erguido. Pero eso no le ha impedido preparar un magnífico pavo asado, unas estupendas patatas cocidas con un inolvidable sabor dulce, unas excepcionales judías con bechamel, una ensalada, fruta y postres). Hemos gozado reconociendo al Espíritu que mueve los corazones y con las palabras de Edmond: "Esto es maravilloso".

Y nos dirigimos a nuestros lugares de descanso con un nuevo cansancio agradecido. ¡Qué suerte tenemos de estar por aquí!

martes, 5 de enero de 2010


En estos días en Chicago estamos teniendo continuas invitaciones a descalzarnos porque el terreno que pisamos es terreno sagrado,lugar de Dios. Cada encuentro con las personas, cada lugar, está siendo una experiencia de profunda presencia de Dios.

Hoy no ha sido diferente a los anteriores días. Hemos comenzado muy de mañana nuestras visitas con la que hemos realizado a una de las escuelas San Miguel , la Gary Comer campus., en un barrio negor de los suburbios. Hemos rezado al comienzo del día con los profesores, como ellos hacen a diario, después hemos saludado uno a uno a los niños y niñas que iban llegando al colegio, como es costumbre también y hemos pasado la mañana allí visitando las aulas, leyendo con los niños y descubriendo la pedagogía que hay detrás del funcionamiento de las escuelas.

En la tarde, hemos visitado "Su Casa", un hogar de acogida de Catholic Worker, la organización que nació bajo la inspiración de Dorothy Day, donde viven cinco familias, en este momento 5 madres y 15 niños, más las 12 personas que trabajan allí, incluido un Hermano de La Salle. Han sido dos experiencias muy interesantes, con muchas personas comprometidas en ellas y con una profunda vida. Son respuestas preciosas a la realidad de sus barrios. En la ciudad del rascacielos más grande del mundo, conviven la ostentación y la total marginación con la mayor de las crudezas.

lunes, 4 de enero de 2010

Comenzábamos esta mañana nuestra jornada con algo de desconcierto al entrar a una iglesia en uno de los barrios del sur de Chicago. La población de la zona era de origen africano en su mayoría. El desconcierto se veía alentado aún más por lo que veíamos al entrar: un piano, unas congas, una batería, un armonio, un coro de mujeres (todas con un atuendo verde), una pila bautismal de seis metros de diámetro... Todo era colorido y calidez. Celebrábamos hoy aquí la Epifanía del Señor... algo que nos ha iluminado el sacerdote de la parroquia.

Nos decía esta mañana que una cosa es que algo suceda y otra que estemos preparados para lo que lo que suceda implica. Está claro: una cosa es el suceso y otra caer en la cuenta de sus consecuencias. El pasado día 25 celebrábamos que Dios ponía su tienda entre nosotros. El suceso está claro: Dios decide hacerse hombre como uno más. Pero... y eso a nosotros ¿qué?.

Celebrar la Epifanía es celebrar que estamos preparados para esa venida, que estamos dispuestos a salir a su encuentro... que como pastores decidimos abandonar el rebaño para seguir la estrella porque el mensaje recibido nos ha cautivado. Supone caer en la cuenta de lo que ha hecho Dios en medio de nosotros y decirle que sí, que queremos acercarnos y asentir. Es el segundo paso de un mismo movimiento: el de ser plenamente consciente, tomar la vida en las manos y decidir que sí. Y eso lo hemos celebrado hoy aquí.

Hemos tenido la suerte de ser testigos de lo que se celebra en medio de una de las más fuertes marginalidades de Chicago: hemos visto que se llega con la vida y se vuelve a la vida con ella preñada y plenificada. Hemos sido testigos de la bienvenida que se da a los desconocidos, hemos bendecido a quienes abandonan la comunidad para volver a los estudios, hemos cantado recordando el compromiso social y la implicación personal para hacer un mundo "más de Dios".,. y nos traemos caras, sonrisas, detalles...

Por la tarde hemos conocido la Comunidad de El Arca (os remitimos al libro de La Comunidad de Jean Vanier) y el Centro de Justicia y Paz que tienen los hermanos aquí, en Chicago. En este curioso centro jóvenes de centros La Salle o de otros centros vienen a pasar una o más jornadas dejándose interpelar por la realidad: conocen en sus carnes la realidad del barrio que lo rodea, la de la deportación, la de la marginación... Y como colofón hemos asistido con el hermano Bid a uno de los muchos comedores sociales de la ciudad para poder acompañar y servir a los que peor lo pasan. Más nombres y más rostros.

Y, afuera, de nuevo la nieve y el intenso frío... y volvemos a ver caer los copos de nieve.

domingo, 3 de enero de 2010

Si ayer traíamos a la memoria la dormida al raso de los pastores haciendo alusión al frío de Chicago hoy lo hacemos con su llegada al pesebre. Sin saber ni cómo ni por qué esos pobres pastorcillos se ven llegando a un pesebre donde encuentran al niño, a María y a José. Un sucio pesebre se convierte en un hogar por un corto espacio de tiempo, un hogar en el que se suceden una serie de gestos, de miradas y de complicidades tras las que todos tienen constancia de que Algo está sucediendo en ese momento de la historia. Desconocidamente unidos por algo infinitamente superior lo que ahí acontece, nos cuenta Lucas, es retenido en la memoria del corazón de María.

Hoy nuestro cansancio agradecido lo recogemos tras la visita a Caren, Tad y Mike. Participan activamente en las Escuelas San Miguel de Chicago y forman comunidad a menos de un par de millas del "Back of the Yard Campus". Ese par de millas separa la inseguridad y la violencia callejera de la que somos testigos en Chicago de la tranquilidad y la calidez de los hogares al otro lado de la línea de fábricas. Hemos podido compartir nuestros "pasos" para alentarnos en la vivencia del carisma lasaliano, hemos partido y compartido el pan casero que nos han preparado, nos hemos reído con las historias que nos han traído hasta donde nos encontrábamos y nos hemos adentrado en la Esperanza que nos sostiene en la insostenibilidad de lo que los seres humanos vivimos hoy... ¡quién nos lo iba a decir a todos diez años atras!. Es Dios mismo quien nos muestra el camino hasta el pesebre para que vivamos momentos de "estar en casa" como este... saltándonos y haciendo insignificante la dificultad de los idiomas, de las culturas y de las distancias.

Y tras todo lo que ahí se ha vivido los pastores se vuelven comentando lo vivido por el camino, glorificando y alabando a Dios, superados por lo que ha tenido lugar en ese precioso pesebre para reencontrarse con el rebaño que abandonaron tras la visita del ángel.

sábado, 2 de enero de 2010

Hoy es uno de esos días en los que la experiencia que nos ronda es la del contraste. Hemos celebrado la eucaristía en la mañana en un idioma que no es el nuestro. No hemos entendido los chistes que nos ha contado el sacerdote en su intervención pero hemos comprendido la cercanía con su comunidad, no hemos podido compartir la oración en el mismo idioma que los presentes pero sí la fe que nos hace hermanos. Tras un pequeño paseo por el centro de Chicago hemos visitado a la familia Téllez y de nuevo hemos visto cuánto contraste hay en esta ciudad tan inmensa. Hemos escuchado el miedo paralizador de la madre ante la situación de violencia en las calles de su barrio y la sensación de fortuna esperanzadora por ver crecer a sus hijos alejados de esa realidad, hemos oído cómo decidieron acercarse para rechazar educadamente una invitación a formar parte de esa escuela naciente y cómo se vieron cautivados por un proyecto educativo que aún no era más que un bebé en pañales y en el que acaban tomando parte activa... Cada historia de hoy está llena de contrastes... como la historia de esos pastores:

"Había en aquellos campos unos pastores que pasaban la noche al raso velando sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Entonces les entró un gran miedo pero el ángel les dijo: No temáis, pues os anuncio una gran alegría que lo será también para todo el pueblo. Os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. (...) Fueron de prisa y encontraron a María, a José y al niño recostado en un pesebre. (...) Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios porque todo lo que habían visto y oído correspondía a cuanto les habían dicho" (Lc 2, 8-20)

El raso de Chicago ronda los -15ºC. Lo hemos comprobado en nuestras propias carnes en nuestro paseo nocturno. La sensación de frío es inaguantable, los pobres que vemos por las calles sufren lo indecible y la marginalidad roza lo inimaginable. Al tiempo los Hammer, los Cadillac y los Chevrolet pasan al lado de quienes se calientan con las luces de los apeaderos del tren. ¿Qué anuncio reciben esos pastores que iban a hacer noche al raso que les hace ponerse en camino? ¿Qué les brota del interior para acercarse a un pobre pesebre en el que no hay más que un niño en pañales? ¿Qué les hace abandonar su rebaño? ¿Qué esperan ver? ¿Qué les hace volver glorificando a Dios al ver a un "simple" niño en un sucio pesebre? ¡Qué icono tan lleno de semejantes contrastes!

Sin la aparición del ángel los pastores no se hubieran puesto en camino. Sin su firme decisión de hacer caminos que Dios les deje entrever tampoco. Hoy Marta, la mamá de la familia Téllez, tenía la casa repleta de ángeles. Pudimos superar la docena en nuestra cuenta... ¿qué hacemos tan lejos de casa? ¿cómo es que hemos emprendido un camino hasta llegar a Chicago? ¿qué esperamos ver? ... "y se volvieron a casa glorificando y alabando a Dios porque todo lo que habían visto y oído correspondía a cuanto les había dicho".

De nuevo y en medio del contraste: Gracias, Señor por la vida... Gracias... Tú estás.

viernes, 1 de enero de 2010

Menudo título que nos sale esta vez... pero la verdad es que no es para menos. Hoy podemos escribir líneas que nos brotan de haber conocido personas nuevas vinculadas a La Salle. Tras la cena de ayer y el descanso de la noche hemos podido conocer a una de las familias que se han vinculado más a la primera Escuela San Miguel de Chicago. Coqui nos espera en su casa junto con sus hijos Juan y Sochi y un estupendo desayuno mexicano. Pero sabiendo el tiempo que les ha llevado su preparación nos impresiona aún más su testimonio de entrega a las escuelas y a quienes más lo necesitan. Nos hablan del progreso de quienes se han quedado atrás en sus estudios y retoman la ilusión, de la dedicación a implicar a las familias en la educación de los hijos, de la educación en la fe, de los peligros de vivir en los barrios donde conviven las maras... y Sochi nos recuerda en medio de lágrimas de emoción que "puedo lograr aquello que quiera", una de las frases de los educadores de la escuela que lleva grabada en lo profundo del corazón.

Después podemos hablar tranquilamente con Cindy, una de las impulsoras de la primera escuela San Miguel de Chicago. Pertenece al Movimiento de Laicos Franciscanos y dedica gran parte de su tiempo a las personas sin hogar. Su historia de compromiso con quienes más lo necesitan nos conmueve. En los comienzos descubrieron la importancia de la educación en los barrios en los que trabajaban y se implicaron en este proyecto. Qué alegría ver los ojos emocionados de quien se reencuentra con quien ha sido importante en su trayectoria... y qué suerte ser testigos de ello.

En la tarde recorremos Chicago en un breve paseo en coche, conseguimos comunicarnos con el resto de personas de la comunidad y con nuestras familias en España. Acabamos el día y el año cenando con el Hno. James Zulo y Donald con otra estupenda cena. Compartimos las uvas (tradición que ellos desconocían) y las alegrías de sabernos unidos por una misma fe... y llegamos a nuestros lugares de residencia con cansancios compartidos. Pero el cansancio no puede con la alegría por lo que nos encontramos viviendo.

Pero si tenemos que hablar de una experiencia lo haríamos con una palabra: "cuidado". ¡Cómo cuidó Jesús a sus discípulos incluso cuando no le entendían o cuando se comportaban como incrédulos!. Nosotros no tenemos palabras para explicar el profundo cuidado que percibimos en lo profundo de lo que acontece a nuestro alrededor. Los que aquí nos encontramos nos sentimos verdaderamente cuidados. No nos falta nada... nada de nada. Y cuánto cuidado y preocupación vemos brotar de los corazones para quienes más lo necesitan.

"Asimismo el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza pues nosotros no sabemos orar como es debido y es el mismo Espíritu el que intercede por nosotros con gemidos inefables. Por su parte Dios, que examina los corazones, conoce el sentir de ese Espíritu, que intercede por los creyentes según su voluntad. Sabemos además que todo contribuye al bien de los que aman a Dios, de los que Él ha llamado según sus designios" (Rm 8, 26-28)

Gracias Señor por cuanto nos cuidas. En nuestro paso a la otra orilla te sentimos en la barca y junto a nosotros. Puede haber tempestad, puede haber calma... podemos desconocer cómo se va a comportar el mar o los vientos pero Tú estas con nosotros. Gracias... Tú estás.