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lunes, 16 de marzo de 2009

Visita del Br. Ed. (crónica a modo de panes y peces)


Uno de los prodigios de los que nos hablan los Evangelios tuvo lugar en Tabgha. Allí, según cuenta la comunidad de Lucas, Jesús tomó en sus manos cinco panes y dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición y se los dio a sus discípulos para que los repartieran... y acabaron llenando 12 canastos de las sobras de todo lo compartido.

Toda una bendición la que hemos vivido estos días con la visita del hermano Ed Siderewicz. Nos ha ayudado a compartir nuestras inquietudes más profundas, a dinamizar nuestra fe, a hablar de sueños compartidos, de volver a las raíces, de Juan Bautista de La Salle, de la Presencia de Dios, del regalo del Espíritu... Cualquiera diría que han sido sólo un par de días. Un par de días que bien se podrían asemejar a sólo cinco panes y dos peces, poca cosa para que los discípulos llenaran doce canastos.

Le despedíamos hoy en la estación con una sonrisa en nuestra boca y sin lágrimas... ¡qué afortunados somos!

"Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que en la persona de Cristo nos ha colmado de toda clase de bienes espirituales y celestiales. Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya" (Ef 1,3-6)

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