Hoy leíamos en el Evangelio del día la Genealogía de Jesús. Es de esos textos de los que pasamos de largo y, lo cierto, no extraña. Si ni siquiera somos capaces de remontarnos más allá de dos o tres generaciones de nuestra propia familia, como para hacerlo de otra cuya referencia nos viene de hace más de dos mil años. Tantos nombres y tan desconocidos... ¡cuántos hubo antes que Jesús!. Sin duda, muchos ... pero no por ello sin historia y opciones. Mucho nos pueden alimentar a los que deseamos ser fieles a Dios al estilo de Jesús.
Por eso hoy escogemos uno al azar: Eleazar. El fragmento de su historia nos llega de manos del Segundo libro de los Macabeos (capítulo 6). Eleazar era un anciano de 90 años que quiso ser fiel a Dios en todo momento. En medio de una sociedad en la que el mundo pagano ha cambiado formas y fondo de toda estructura (Templo, sacrificios, costumbres...), él es un ciudadano afable y capaz de llevarse bien con todos. Esto es así hasta el punto de que, cuando le piden ser infiel a Dios en público, le dan incluso la trampa para no serlo con su propia conciencia.
II Macabeos 6, 18 - 31
"Eleazar era uno de los principales doctores de la Ley, un hombre de edad y de noble aspecto. Quisieron abrirle la boca a la fuerza para hacerle comer carne de cerdo, pero prefirió una muerte gloriosa a una existencia vergonzosa y marchó voluntariamente al suplicio de la rueda. Escupió lo que tenía en la boca, tal como deben hacerlo los que tienen la valentía de rechazar lo que está prohibido, antes de comérselo por apego a la vida. Los que presidían esa comida ritual, prohibida por la ley, lo llamaron aparte, porque conocían a ese hombre desde hacía mucho tiempo. Lo invitaron a que simulara comer la carne ofrecida en sacrificio según la orden del rey, pero que en realidad fueran carnes autorizadas por la Ley y que él mismo hubiera preparado. Al actuar así, y gracias a esa vieja amistad que los unía, se libraría de la muerte. Pero él tomó una noble decisión, digna de su edad, de la autoridad que le otorgaban su vejez y sus venerables cabellos blancos por la edad, digna también de su conducta irreprochable desde su niñez y conforme a las santas leyes establecidas por Dios mismo. Respondió que mejor lo enviaran al lugar de los muertos. Y añadió esto: «A nuestra edad no es conveniente hacer tal cosa; muchos jóvenes podrían pensar que Eleazar, con sus noventa años, se dejó conquistar por los extranjeros. Y así ellos se descarriarían junto conmigo debido a mi doble juego, en un momento en que me queda tan poco para vivir. De esa manera atraería sobre mi vejez la vergüenza y la deshonra. Y si por ahora escapara al castigo de los hombres, no escaparé vivo o muerto de las manos del Todopoderoso. (...). Cuando estaba a punto de morir a golpes, dijo en un suspiro: «El Señor que posee el exacto conocimiento, ve cuán crueles dolores soporto bajo los golpes en mi cuerpo, siendo que podría haber escapado a la muerte; pero él ve que en mi alma los sufro con alegría por el temor que le tengo». Así entregó la vida, dejando con su muerte un ejemplo de valentía y el recuerdo de su virtud, no sólo a la juventud sino a la gran mayoría de la nación."
Eleazar es uno de tantos que pasan desapercibidos cuando pronunciamos su nombre en la Genealogía de Jesús. Detrás de cada uno hay una historia de fidelidad a Dios. Eleazar es uno de esos a los que nos gustaría tener como, al menos, conocidos: ¡menuda vida interior y confiada fe!. Os animamos a investigar y a descubrir a esos "amigos" en Dios que hay detrás de esa genealogía. Signos de esa amistad en Dios serán los pelos como escarpias al conocer esas historias y signos de Dios desapercibido presente en nuestro cotidiano será reconocer en los otros a esos "amigos" en Dios que quieren vivir en fidelidad en medio de sus tropiezos y calamidades.
¡Gracias Dios, Padre Bueno, por escoger también lo desapercibido para mostrarte! Así te sabemos aún más cerca.
Por eso hoy escogemos uno al azar: Eleazar. El fragmento de su historia nos llega de manos del Segundo libro de los Macabeos (capítulo 6). Eleazar era un anciano de 90 años que quiso ser fiel a Dios en todo momento. En medio de una sociedad en la que el mundo pagano ha cambiado formas y fondo de toda estructura (Templo, sacrificios, costumbres...), él es un ciudadano afable y capaz de llevarse bien con todos. Esto es así hasta el punto de que, cuando le piden ser infiel a Dios en público, le dan incluso la trampa para no serlo con su propia conciencia.
II Macabeos 6, 18 - 31
"Eleazar era uno de los principales doctores de la Ley, un hombre de edad y de noble aspecto. Quisieron abrirle la boca a la fuerza para hacerle comer carne de cerdo, pero prefirió una muerte gloriosa a una existencia vergonzosa y marchó voluntariamente al suplicio de la rueda. Escupió lo que tenía en la boca, tal como deben hacerlo los que tienen la valentía de rechazar lo que está prohibido, antes de comérselo por apego a la vida. Los que presidían esa comida ritual, prohibida por la ley, lo llamaron aparte, porque conocían a ese hombre desde hacía mucho tiempo. Lo invitaron a que simulara comer la carne ofrecida en sacrificio según la orden del rey, pero que en realidad fueran carnes autorizadas por la Ley y que él mismo hubiera preparado. Al actuar así, y gracias a esa vieja amistad que los unía, se libraría de la muerte. Pero él tomó una noble decisión, digna de su edad, de la autoridad que le otorgaban su vejez y sus venerables cabellos blancos por la edad, digna también de su conducta irreprochable desde su niñez y conforme a las santas leyes establecidas por Dios mismo. Respondió que mejor lo enviaran al lugar de los muertos. Y añadió esto: «A nuestra edad no es conveniente hacer tal cosa; muchos jóvenes podrían pensar que Eleazar, con sus noventa años, se dejó conquistar por los extranjeros. Y así ellos se descarriarían junto conmigo debido a mi doble juego, en un momento en que me queda tan poco para vivir. De esa manera atraería sobre mi vejez la vergüenza y la deshonra. Y si por ahora escapara al castigo de los hombres, no escaparé vivo o muerto de las manos del Todopoderoso. (...). Cuando estaba a punto de morir a golpes, dijo en un suspiro: «El Señor que posee el exacto conocimiento, ve cuán crueles dolores soporto bajo los golpes en mi cuerpo, siendo que podría haber escapado a la muerte; pero él ve que en mi alma los sufro con alegría por el temor que le tengo». Así entregó la vida, dejando con su muerte un ejemplo de valentía y el recuerdo de su virtud, no sólo a la juventud sino a la gran mayoría de la nación."
Eleazar es uno de tantos que pasan desapercibidos cuando pronunciamos su nombre en la Genealogía de Jesús. Detrás de cada uno hay una historia de fidelidad a Dios. Eleazar es uno de esos a los que nos gustaría tener como, al menos, conocidos: ¡menuda vida interior y confiada fe!. Os animamos a investigar y a descubrir a esos "amigos" en Dios que hay detrás de esa genealogía. Signos de esa amistad en Dios serán los pelos como escarpias al conocer esas historias y signos de Dios desapercibido presente en nuestro cotidiano será reconocer en los otros a esos "amigos" en Dios que quieren vivir en fidelidad en medio de sus tropiezos y calamidades.
¡Gracias Dios, Padre Bueno, por escoger también lo desapercibido para mostrarte! Así te sabemos aún más cerca.
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